Pero había en la sinagoga de ellos un hombre con espíritu inmundo, que dio voces, diciendo: ¡Ah! ¿qué tienes con nosotros, Jesús nazareno? ¿Has venido para destruirnos? Sé quién eres, el Santo de Dios. Pero Jesús le reprendió, diciendo: ¡Cállate, y sal de él! Y el espíritu inmundo, sacudiéndole con violencia, y clamando a gran voz, salió de él. Y todos se asombraron, de tal manera que discutían entre sí, diciendo: ¿Qué es esto? ¿Qué nueva doctrina es esta, que con autoridad manda aun a los espíritus inmundos, y le obedecen? Y muy pronto se difundió su fama por toda la provincia alrededor de Galilea.
Marcos 1:23-28
Jesús entra en la casa de oración y en lugar de encontrar a
gente buena, humana y digna descubre a un hombre endemoniado: malo, inhumano,
alienado, sin dignidad. Y aunque es muy difícil recuperar la dignidad humana
perdida, con la ayuda de Jesús, el endemoniado, dando un fuerte grito, se
libera del Diablo y recupera la condición de hijo de Dios.
Paz y Gracia